Judith Antonio

Herencia y abolengo en el barro negro.

Originaria de San Bartolo Coyotepec, un pueblo a 15 kilómetros de la capital oaxaqueña, Judith Antonio Pedro, es una artesana de barro negro, que comenzó a desenvolverse en el que ahora es su oficio, desde su infancia, ayudando a sus abuelos y a su madre, quienes le heredaron, ese gusto y el talento artístico. 

Judith cuenta –mientras en su rostro dibuja una sincera sonrisa– que el momento en el se reunía la familia para realizar las piezas que vendían sus abuelos (mariachis y candelabros) era un momento único y especial; una reunión familiar, que se daba para relajarse de un arduo día de trabajo en el campo. 

El tiempo pasó, Judith se casó, formó su familia, y decidió dedicarse al 100% a la elaboración de piezas artesanales. En un principio, haciendo floreros y cántaros, principalmente. 

Sin embargo desde hace una década, Judith encontró en la joyería el lugar ideal para explotar su creatividad y potencial. 

Judith cuenta que su principal inspiración es la naturaleza, y sus infinitos detalles –Y como si se tratase de una conexión única, sonaba el cantar de los pájaros, y el ladrido de los perros mientras describía su proceso creativo– y es, precisamente esta conexión la que Judith plasma en todas y cada una de las piezas únicas que produce, que además deben pasar por el más estricto control de calidad; el visto bueno de sus 2 hijos y de ella misma, para que esas piezas, logren fusionarse con su consumidor final. 

Su bien encaminada “obsesión por los detalles” es precisamente el toque distintivo de sus piezas 100% hechas a mano, dentro de una comunidad históricamente artista del barro negro.
Parece que la tradición familiar no terminará pronto, ya que según las propias palabras de Judith, su hijo menor ya muestra inquietud por continuar con esta actividad, e incluso ha comenzado a realizar sus propias piezas. 

“La artesanía es una forma de vida, que ya es más valorada” Judith Antonio Pedro

Redacción: Eduardo González